Rayuela de Cortázar el jueves 3 y viernes 4 de octubre en Aiete

clubLos asistentes a las sesiones de Literatura y Cine en la Casa de Cultura de Aiete, sesiones abiertas, por otra parte, a todas las nuevas personas que tengan interés de acudir o  pa, saben que los libros que serán objeto de coloquio en los meses de octubre, noviembre y diciembre son Rayuela, de Julio Cortázar; Pedro Páramo, de Juan Rulfo, y Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño. El ciclo de centra en la literatura latinoamericana empezando por Rayuela,  de la que se celebra este año el cincuentenario de su publicación.

¿Pertenece Rayuela al club de los libros interminables como Ulises, Moby Dick o El señor de los anillos?

 

 

4 comentarios en “Rayuela de Cortázar el jueves 3 y viernes 4 de octubre en Aiete

  1. Balcigalupo

    Leí Rayuela cuando tenía unos dieciséis o diecisiete años, que es (me dicen) la edad ideal para leer ese libro; sin embargo, lo dejé a las cien o ciento veinte páginas, bastante irritado por la insoportable incapacidad de sus personajes para dejar de tomarse en serio a sí mismos por un instante. Años después, y en varias ocasiones, intenté volver a leer la novela sólo para descubrir que yo seguía siendo el joven lector irritado de entonces y que el libro de Cortázar era el mismo también. Así que ahora lo dejo a quienes aman tomarse en serio a sí mismos y sufren mucho, a los que viajan a París, a los adolescentes que aún no han leído lo suficiente, a los lectores de suplementos sabatinos que creen saber sobre literatura por ello, a los que disfrutan de ciertos filmes y a los que han conseguido que su adolescencia se extienda hasta donde su inteligencia no ha podido llegar.

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  2. Una propuesta para vivir

    Rayuela, nuestra biblia de tapas negras, que yo recuerde no contenía propuestas políticas en aquellos años sesenta donde lo que había era precisamente propuestas políticas, los movimientos de liberación, el fin de los régimen coloniales, la primavera del 68 en Francia y la masacre de Tlatelolco en México, la lucha por la igualdad racial en Estados Unidos. Pero contenía una propuesta ética, una propuesta para vivir.
    Enseñaba formas de inconformidad y rebeldía en contra del statu quo. Aquellos despreocupados ácratas, Oliveira a la cabeza, que hablaban de todo y venían de todas partes, entraban por su cuenta en el paisaje de inconformidad general donde Rayuela cabía junto a los ruidos que aún no se apagan del concierto de Woodstock, los gritos de histeria que recibían a los Beatles en los escenarios, las protestas por la guerra de Vietnam, las marchas encabezas por Martin Luther King. No eran tiempos de sosiego, y Rayuela era tampoco una novela tranquila que se pudiera leer en un par de días y luego meter en un estante y olvidarla.
    Y entre dictaduras militares y mediocridad cultural, gobiernos corruptos y malos escritores, opresión económica y opresión cultural, no había diferencias perceptibles para quienes velábamos nuestras armas entonces. Y Rayuela ofrecía reglas útiles para quienes en aquellos años fervorosos empezábamos a la vez el camino de la acción política y el de la acción literaria. Entre ambos, no podíamos percibir muchas diferencias, desde luego que la palabra compromiso y la palabras causa hacían de la acción política y de la acción literaria una sola acción.
    Sergio R.

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  3. Julio

    Rayuela hizo un pacto con el diablo y preserva su desafío. Como Pedro Páramo, como Tiempo de silencio, pertenece a un momento epifánico: la refutación de lo que pasa por lo real. Es una novela que rompe con los límites de la realidad en el lenguaje, y proyecta un espacio de invención que nos descubre, más humanos por más libres. Tendría que ser hoy más actual que nunca, para confrontar la estúpida realidad que nos ha tocado. Con goce, humor, rabia y pasión, Rayuela es un acto anárquico contra lo que llama la Gran Costumbre, que hoy sería la Gran Obediencia, la de la resignación.

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  4. Para Bacilgalupo

    Cada novela es la primera novela dicen, pero para mi Rayuela es la primera siempre; tiene la cosa de su visión del ciudadano no como mero «homo faber» sino como “homo ludens”, -los contertulios (y sobre todo las contertulias) ya me entienden- capaz de hacer de la ciudad un espacio afectivo. Hoy que la ciudad ha sido tomada por el Estado y es un mercado de la corrupción (Bárcenas aquí o allá) y de la intolerancia (alimentada por una Economía inclemente), el juego y el fuego de Rayuela tienen mucho presente y de presencia, vaya que sí, Balcigalupo.
    Jose

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