La conferencia de Pablo Becerra en la casa de cultura de Aiete titulada “Alsacia: entre Francia y Alemania” hay que entenderla en todo su sentido dada las vicisitudes por las que ha atravesado esta región francesa a los largo de los siglos. Pablo documentó ampliamente este relato histórico. Y tiene ganado un merecido prestigio por su manejo de la información y la dialéctica.

A su vez la conferencia forma parte de la cultura viajera con la que se organiza el último de los ciclos de literatura y cine, dirigidos por Lola Arrieta.

Las dos conferencias de Pablo estaban entreveradas con las novelas que hemos leido este trimestre: La Milán de “Los Novios” de Manzoni, y la Suiza (y Alemania) de Max Frisch y Hermann Hesse.

Los asistentes a este ciclo veían en las conferencias, y verán en el viaje, los lugares en los que trascurren los personajes de los textos literarios.

Eso puede explicar el formidable éxito de estas convocatorias: novelas, películas, notas de prensa, folletos y carteles, y, finalmente, las conferencias, están relacionadas con el mundo viajero, por la curiosidad en la historia y los paisajes de esas zonas, y son de interés para cualquier persona con sensibilidad por la geografía e historia de las distintas culturas de las regiones próximas a la nuestra y que viven problemas similares.

Los temas, la organización, los conferenciantes explican que a cada una de las dos conferencias de Pablo hayan asistido más de 130 personas, se trata de un respaldo muy alto, probablemente el mayor en este tipo de actos, apoyo que mantendrá o hará mayor la próxima  conferencia de Nicolás Sartorius. Y explica también el gran interás por participar de esa cultura viajera participando en el propio viaje organizado (se busca el mayor autobús para el viaje pero siempre quedan un número muy importante de personas sin poder acompañarnos).

Estas personas tienen una especial sensibilidad, mayor, sin duda, de la que muestran los medios de la cultura oficial de nuestra ciudad.

Por ejemplo, a veces vemos como en las páginas culturales se destacan convocatorias  con un gran despliegue de medios que no reúnen ni a la tercera parte de las personas que nos damos cita en Aiete.

El viernes, cuando salíamos de la casa de cultura, una de las personas asistentes manifestaba su deseo de ir a este viaje, al mismo tiempo que su frustración porque no era “miembro de la organización”; su amiga le explicaba que no somos una organización, que no existe el vínculo de pertenencia, y mucho menos de cuota, todos los que asistimos a estas convocatorias pertenecemos a este grupo de personas cuyos lazos son los de la inquietud por la cultura, el bienestar y la justicia social y la solidaridad entre las personas.