Foto Cadena Ser

Como sabes, hace algo más de un mes, se hizo una reunión en la Casa de Cultura de Aiete convocada por el gobierno municipal, para tratar la situación del caserío Munto.

Asistimos a la reunión, por una parte, algunas asociaciones del barrio, Ondarea, Agrupación Bera-Bera, Aieteko Gazte Asanblada y Lantxabe, además de otros vecinos no organizados y, por otra, los delegados de urbanismo y barrios, la responsables de participación ciudadana, y concejales y concejalas del PNV y del PP. No asistió nadie del grupo socialista.

Cierto es que desde Lantxabe se ha criticado el proceso de desmantelamiento y posterior derribo de Munto, proceso que arranca de cuando formabas parte del gobierno municipal –y cierto es también que  tu gobierno fue clave a la hora de salvar los interiores de Munto y trasladarlos a Katxola-, pero en aquella reunión se quiso hacer un último esfuerzo para que el recuerdo de Munto fuera algo más que una placa, y se pidió al ayuntamiento –lo pidió Lantxabe y logró el consenso pleno- que quedara un resto del caserío que formara parte de una plaza pública de uso ciudadano, lo más bella que se pueda, contando con técnicos y expertos capaces de conseguirlo, asunto este que no nos parece difícil lograr y del que existen precedentes en nuestra ciudad y en otras cercanas (y lejanas).

Una vez que el edificio en ruinas de Munto ha dejado de ser un peligro para la seguridad ciudadana, podemos tomarnos un tiempo para que la plaza que resulte de ese nuevo solar sea una plaza pública, lo más útil y confortable posible, que, además, el barrio necesita.

No es  nada del otro mundo que  “las excavadoras hayan finalizado su trabajo y que los obreros hayan desaparecido”, como dices en tu nota, suele ser habitual cuando terminan su trabajo, sobre todo ahora que andamos tan condicionados por los recortes. No entendemos esa prisa por arruinarlo todo, que no quede ni resto del caserío.

Si “el gobierno municipal tiene intención de poner en marcha un concurso de ideas para ver cuál puede ser el destino del solar” ese fue el acuerdo al que se llegó en aquella cita en la que estuvisteis ausentes.  Y no es cierto, en nuestra opinión, que el resto de pared que queda en pie, sea un peligro para quienes transitan por la acera del Paseo –o para los niños- y esperamos que  el vallado  que impide el acceso al solar no dure, ni mucho menos, el tiempo en que se ha tenido al caserío condenado a su ruina, con todos los peligros, esa sí, que acarreaba.