Puio: «El otro parque de Aiete»

Tres jóvenes plantando uno de los ejemplares en la ladera de Puio. (Gorka Estrada)

Un centenar de jóvenes donostiarras e inmigrados se reúnen para plantar árboles en la ladera de Puio (300 árboles con raíces diferentes)

UN centenar de jóvenes trabajaban con azadas en la mano ayer por la mañana en una ladera de Puio. Desdela calle Katalina Eleizegi, algunos paseantes miraban asombrados hacia lo alto, donde jóvenes donostiarras e inmigrados se esmeraban en plantar un total de 300 ejemplares de avellanos, abedules y saúcos.

El encuentro estaba organizado porla agrupación Kaebnai, con el objetivo de reunir en un contexto diferente a jóvenes de culturas diferentes para intercambiar experiencias. Eso, además de contribuir al cuidado del medio ambiente y dela ciudad. Poreso contaron con la colaboración de la agrupación naturalista Haritzalde, que lleva ya algunos años intentado repoblar esta ladera.

La cita era a las 10.00 horas y lo primero que tuvieron que aprender el centenar de jóvenes eran las nociones más básicas para poder plantar los árboles. Varios miembros de Haritzalde les dieron las explicaciones y, a partir de ahí, se encaminaron azada en mano hacia la ladera.

Entre los jóvenes había chavales de Marruecos, Argelia, Bolivia, Ecuador y donostiarras, entre otros. Es el quinto año que Kaebnai organiza esta actividad en el marco de su programa Gazteak elkarbizitzen ikasten y llamó a 160 asociaciones que trabajan con los jóvenes para que se apuntaran.

una jornada completa

Buen ambiente y comida

Aunque, además de a través de las agrupaciones, también hubo algunos que tuvieron noticia de la cita y decidieron no perdérsela y contribuir. Es el caso de Iker, que llegó en torno a las 11.00 horas con sus hijos Mael, de cinco años, y Nora, de dos. Con ayuda de su padre pero los dos niños contribuyeron a plantar un árbol cada uno. Prometieron volver de cuando en cuando para ver cómo crece.

«Se trata de pasarlo bien y crear un buen ambiente entre todos», explicaba ayer Jorge Sáez, también dela asociación Kaebnaimirando cómo trabajaban el centenar de jóvenes en la ladera de Puio. Por eso, y para redondear el día, la agrupación organizó después una comida en el polideportivo de Etxadi para todos los participantes. Eso sí, al aire libre, ya que incluso el sol decidió colaborar con ellos.

Aunque todos los que acudieron a la cita también tenían claro que estaban haciendo algo por la ciudad. «Estos árboles los plantamos el año pasado y ya van creciendo y echando raíces», explicaba Marko Sierra, de Haritzalde, señalando una zona contigua a la que trabajaban los chavales. La ladera que están repoblando tiene en realidad muy poca profundidad, de ahí que hayan elegido los árboles adecuados para que puedan agarrarse a ella y sostenerla.

La iniciativa contó con el apoyo del Ayuntamiento donostiarra y la Diputación de Gipuzkoa.

A. Zabaleta – Domingo, 11 de Marzo de 2012

Un comentario en “Puio: «El otro parque de Aiete»

  1. Apadrina uno de los árboles recientemente plantados en Puio

    Justo ahora que nuestros gobernantes municipales parecían haber remitido en su infatigable empeño de educarnos en valores a toda costa, resulta que hay novedades en este terreno: el donostiarra ya puede apadrinar un árbol por el módico precio de un euro, al cambio, menos de lo que cuesta un helado en Semana Grande.

    Al amparo de la campaña ‘Enarbólate’, una denominación con ecos a desatada fiesta ibicenca, uno puede adoptar un arbolito siempre y cuando esté empadronado en la ciudad, con las ramas abiertas al mundo y las raíces hundidas en la tierra. Como Chillida, en efecto. En un alarde de modestia y de refinado gusto por las cosas sencillas que brinda la vida, dos concejales ya se han apresurado a hacerse con la titularidad de los secuoyas de la plaza de Pío XII, dejando para el resto de los vecinos las un tanto más ramplonas especies autóctonas.

    El objetivo confeso de esta campaña es establecer “un vínculo sentimental” entre la persona y el árbol, y aunque es cierto que los vegetales tienden a ser de natural parcos en palabras, también lo es que, llegado el caso, pueden brindar más compañía que algunos adolescentes, con la ventaja añadida de que no hay que pactar con ellos el horario nocturno de regreso a casa.

    A partir de ahí, la iniciativa deja un amplio margen de creatividad a nuestra probada capacidad para hacer de este mundo un lugar aún más fofo. Así, el padrino adquiere una responsabilidad en el ciudado del ahijado que lo mismo puede traducirse en abrir fuego contra cuanto can ose aliviar su vejiga a pata alzada sobre nuestro árbol que informando a la Fundación Cristina Enea sobre la evolución y crecimiento del ejemplar -”me come de maravilla, aunque me da unas noches…” o incluso “por ahora sólo somos buenos amigos, apenas estamos empezando a conocernos”-. Unas fotos compartiendo momentos inolvidables durante las vacaciones supondrían el colofón perfecto.

    Como las cosas siempre tienden a enroscarse sobre sí mismas, el Ayuntamiento destinará lo recaudado a plantar nuevos retoños en alguna zona despoblada, de tal forma que siempre haya más ahijados latentes que padrinos en potencia. No habrá lugar a excusas del tipo “es que estoy en lista de espera”.

    El modelo Domund de sociedad hizo metástasis y campa ya por sus respetos adaptándose a los nuevos tiempos, de forma que lo que antes eran niños hambrientos y desiertos africanos ahora son árboles pasotas y parques urbanos. Puede que todo esto no sirva gran cosa a la hora de salvar el planeta -como tampoco sirvió la caridad para acabar con las hambrunas-, pero si finalmente se derrite el casquete polar, que nos coja encaramados a un árbol. Dicen que subirá mucho el nivel de las aguas, quién sabe si no habremos de vivir de nuevo en su copa
    AM

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