Vecinos de Gurutze reclaman la reparación de su barrio

Seis meses después de su reunión con el Gobierno municipal no ven avances

Seis meses después de reunirse con el nuevo Gobierno municipal, los vecinos de Gurutze han iniciado una nueva campaña de información pública con el fin de lograr que el Ayuntamiento se comprometa a reparar el barrio.

Tras numerosas peticiones al anterior gobierno municipal, liderado por el socialista Odón Elorza, los vecinos de esta zona ubicada entre El Antiguo y Aiete se mostraron molestos porque no habían logrado las mejoras que llevan tiempos solicitando, como el arreglo de desperfectos, la ampliación de aceras, el arreglo de las farolas y la eliminación -en lo posible- de las barreras arquitectónicas.

Con el cambio de gobierno y su paso a manos de Bildu, concertaron una reunión con el concejal de Urbanismo, Ricardo Burutaran, de la que salieron satisfechos. «A diferencia de lo que pasaba antes, al menos nos han recibido y nos han dicho que no nos van a dejar en el olvido», explicó entonces la representante vecinal, Lourdes Murillo. Sin embargo, medio año después, la misma representante cree que ha llegado el momento de concertar nuevos encuentros para concretar las medidas necesarias para mejorar el barrio.

Cada vez quedan menos vecinos en el pequeño barrio de Gurutze, entre El Antiguo y Aiete. Y es que la gente mayor, el grupo de habitantes más numeroso del barrio, abandona la zona por las dificultades que tienen para moverse ahora por las calles en las que han pasado sus vidas.

Los vecinos denuncian desde hace 20 años el aspecto descuidado de su lugar de residencia, que cada vez en mayor medida se ha convertido en un barrio dormitorio. Una de las vecinas de Gurutze, Lourdes Murillo, llegó a recoger en el año 2005 las firmas del 98% de los vecinos de esta zona, con el objetivo de que el Ayuntamiento les arreglase los desperfectos que están a la vista: farolas tiradas en las aceras (y las que están colocadas alumbran cuando quieren), socavones es los paseos, aceras tan estrechas que limitan el paso a la gente que va en silla de ruedas o con coches de niños… Además de esto, las señales de tráfico son inexistentes, algo impensable en un lugar con tantas curvas como Gurutze.

Las zonas infantiles no están señalizadas y los coches no frenan. En la calle principal, por la estrechez de la carretera, los coches se tienen que turnar para pasar uno primero y otro después.

El desnivel de las cuestas también es muy elevado, ya que ahora mismo hay tramos con un 16% de pendiente, lo que es muy peligroso tanto para mayores como para los niños. Lo que los vecinos proponen es que las bajadas se hagan a modo de zigzag o se incluyan algunas rampas mecánicas entre los edificios, ya que el tener que ir de una casa a otra supone tener que andar por empinadas cuestas. Estas pendientes han ocasionado más de un susto, como el de hace unos meses cuando una niña se rompió el brazo al caer en uno de esos tramos.

«Es una pena que esto esté así, porque Gurutze, como barrio más antiguo de la zona, solía organizar unas fiestas muy conocidas por muchos donostiarras», comenta Agustín Soriano, vecino del barrio. Y es que a él, como al grupo de vecinos de la zona, les bastaba con bajar unas mesas a la calle para organizar las fiestas. Eso sí, ocurría hace alrededor de dos décadas cuando la calle estaba cerrada, como si de una urbanización privada se tratara. Pero ahora los nuevos tiempos mandan y al haberse ampliado el barrio con nuevas casas alrededor, las precariedades quedan a la vista.

Sin transporte público

Pero la situación de las calles sin arreglar viene de tiempo atrás. Los desperfectos que existían en la zona y que precisaban ser arreglados se pasaron por alto, después de que el gobierno del alcalde Odón Elorza, a pesar de la insistencia de los vecinos, «no atendió los problemas de esta zona de Donostia», según Soriano. «Nosotros pagamos los impuestos igual que los del centro, pero a nosotros no nos arreglan nada», se queja otra vecina. Solamente han asfaltado el nuevo tramo del barrio Indalecio Prieto (zona residencial con villas) y han puesto unos bancos en la zona, además de un pequeño aparcamiento. Todo esto «para taparnos la boca», según apuntan. Para más detalles, un bordillo situado frente a un bar de la zona lleva sin repararse desde hace ocho años. «¿Qué más podemos hacer?», se quejan.

El transporte público también es un problema para los vecinos. «Los autobuses paran en la zona de Matia, pero no pasan por Indalecio Prieto. Los mayores tienen que bajar desde esa calle por la cuesta o las grandes escaleras; algo peligrosísimo para la gente de esa edad», lamenta otra vecina.

Problemas que llaman más la atención si se observa la zona bien urbanizada de alrededor.

Sábado, 7 de Enero de 2012

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