Tertulia Literaria “Por quién doblan las campanas” Jueves 19, 19:00

Casa de Cultura

Moderadora: Lola Arrieta

¿POR QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS?

¿Quién no echa una mirada al sol cuando atardece?

¿Quién quita sus ojos del cometa cuando estalla?

¿Quién no presta oídos a una campana cuando por algún hecho tañe?

¿Quién puede desoír esa campana cuya música lo traslada fuera de este mundo?

Ningún hombre es una isla entera por sí mismo.

Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo.

Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia.

Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti.

JOHN DONNE, Londres (1572-1631); Poeta metafísico inglés

 “Por quién doblan las campanas comienza y termina con Robert Jordan pecho a tierra, sintiendo en su cuerpo las agujas de pino del bosque español. En forma paralela, Hemingway reconstruye el amplio mural de la Guerra Civil”

 

Un comentario en “Tertulia Literaria “Por quién doblan las campanas” Jueves 19, 19:00

  1. ‘Por quién no doblan las campanas’

    A pesar de que a partir de las diez de la noche suelo ser una persona casi de centro que ya ha corregido el acusado escoramiento con el que de natural amanece cada día, a la diputada vasca del Partido Popular Laura Garrido no le duré anoche ni un asalto. No había pasado un minuto desde que la aforada abrió la boca cuando apagué la tele y, en legítima defensa, me fui a la cama. Si asombroso es el odio que destilan algunos jóvenes “que no conocieron el franquisnmo”, mucho más lo es la solapada admiración que le profesan otros que, por razones de edad, también se saltaron ese período histórico.

    El debate sucedió a la emisión en ETB2 del documental ‘Por quién no doblan las campanas’, un repaso a las tropelías criminales perpetradas entre 1961 y 1978 por los distintos brazos armados del Antiguo Régimen, un trabajo periodístico forzosamente escueto aunque bien ilustrativo. Al igual que las víctimas de ETA, las del franquismo y la transición tampoco se tomaron nunca la justicia por su mano. Conviene recordarlo porque es algo que tiende a soslayarse. Es más: las segundas precedieron a las primeras en este admirable rasgo. Añadamos un agravante: mientras que unas renunciaron al ojo por ojo en favor de los tribunales, las otras ni siquiera tuvieron ese consuelo: antes bien, padecieron el castigo añadido de la vejación oficial por parte de la Administración.

    El documental ofrece testimonios conmovedores, algunos de una candidez insondable. Así, el de Inés Núñez, hija de Francisco Javier Núñez, asesinado por funcionarios policiales que tras propinarle una paliza en espalda y riñones, le obligaron a ingerir aceite de ricino y coñac vía embudo y a partes iguales hasta provocarle el fallo multiorgánico. Persuadida de que no todos los funcionarios policiales podían ser una recua de psicópatas, Inés acudió en el año 2000 al Gobierno Civil a recopilar la documentación en torno al caso. El resultado inmediato fueron llamadas telefónicas nocturnas preñadas de amenazas para que olvidara el asunto.

    La ‘popular’ Laura Garrido expresó su rechazo tajante a una equiparación entre las víctimas de ETA y las de los excesos -atención, eufemismo- policiales. Víctima de una considerable insolvencia moral, la parlamentaria del PP considera que las segundas podrían servir para justificar las primeras, pero para su desgracia la ecuación ha de formularse al revés, aunque sólo sea por respeto a la secuencia de los hechos históricos: la existencia del terrorismo es la que no justifica las tropelías uniformadas.

    En efecto: los crímenes de unos y otros quizás puedan compararse, pero en ningún caso equipararse. Supondría caer en la ya famosa e intolerable equidistancia, equivaldría a obviar que el comportamiento terrorista resulta mucho más grave cuando lo ejerce un funcionario público armado hasta los dientes por el Estado que cuando corre a cargo de un particular. Como los peores apologetas del tiro en la nuca, Garrido intentó cobijar la barbarie al amparo de la teoría del contexto y al hacerlo, resultó deleznable.

    PD: ha sido este Gobierno Vasco tan maltrecho y profundamente imperfecto el primero en acometer el problema y dar los primeros “pasos en la dirección adecuada”, por recurrir a la terminología más trendy. Antes, durante treinta años, hubo otros ejecutivos autonómicos mucho más guays, pero por la razón que sea, nunca encontraron el momento adecuado para hacerlo. Tampoco esto conviene olvidarlo

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