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Hoy va a tener lugar en la casa de la paz último acto de una pieza dramática que comenzó con el Acuerdo de Gernika y continuó con la constitución, por parte del abogado Brian Currin, del Grupo Internacional de Contacto y, más adelante, del de Verificación. Todas estas iniciativas, y algunas más, constituyen un conjunto teatral mediante el que se pretende escenificar, dignificar y solemnizar lo que, sin ellas, habría sido el triste y desmañado final de una banda terrorista en descomposición.

Vistas así las cosas, no cabe duda de que promotores y partícipes de la conferencia están haciendo un evidente ejercicio de oportunismo, es decir, tal y como el DRAE define el término, están «aprovechando al máximo las circunstancias para obtener el mayor beneficio posible, sin tener en cuenta principios ni convicciones». El provecho que obtienen ETA y la izquierda abertzale es evidente; el que sacan algunos de los otros participantes, también, aunque sólo sea porque su presencia les servirá para inflar sus currículos de mediadores en conflictos que para nada han contribuido a resolver.

Pero, como es obvio, para quienes no pretenden camuflar la derrota de ETA, sino sólo acelerarla, su presencia en esta conferencia encierra serios riesgos. En efecto, la ventaja que la iniciativa podría reportar a todos en cuanto a la aceleración de la declaración del final por parte de la banda podría verse anulada por la palabrería que los invitados internacionales se sentirán obligados a usar para justificar su papel y que abundará en improcedentes conceptos como ese del «conflicto político vasco» que habría de resolverse, bien con carácter previo al cese de la violencia, bien como consecuencia de él, o ese otro aún más ofensivo e hiriente de las «dos violencias enfrentadas» y de los correspondientes sufrimientos que una y otra habrían causado en medida comparable. La participación en tal tergiversación de la realidad sería imperdonable.

Verdad es que el montaje propagandístico que toda esta palabrería supone durará lo que la Conferencia dure y podrá ser desmontado de inmediato con la proclamación de un relato que haga justicia a los hechos. Pero, para que éste resulte creíble, será absolutamente imprescindible que quienes han decidido participar en este teatro sin creer realmente en él, a saber, el PNV y el PSE, no dejen de lado sus «principios y convicciones», es decir, renuncien a ser oportunistas, y aprovechen al máximo la circunstancia que la conferencia les brinda para proclamar en sus intervenciones, sin esperar a que aquella haya terminado, qué es lo que en este país ha ocurrido a lo largo de estos últimos treinta años y quiénes son los que en él se han obstinado contra toda razón en imponer sus ideas por la fuerza de las armas, causando un sufrimiento injusto e inútil a miles de víctimas. No teman una marcha atrás de ETA, porque ETA sabe que su recorrido ha terminado.

De un artículo de  JOSÉ LUIS ZUBIZARRETA |

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