“No nos representan”

Este es el slogan más coreado por el movimiento 15M.

Una semana después, el 22 de mayo, se celebraban elecciones municipales y un mes más tarde parecía que se hundía el mundo para socialistas y populares cuando, con la abstención de nacionalistas, Bildu tomó la alcaldía de San Sebastián. Han pasado cuatro meses y a las primeras de cambio, a la hora de la verdad, en el momento del reparto de cargas y responsabilidades, se han puesto de acuerdo…para subir los impuestos a los donostiarras, a la mayoría de donostiarras para ser más exactos, a aquellos que ya pagan el IRPF y todas las demás cargas impositivas. Permítase la simplificación demagógica “Los mismos siguen sosteniendo a los mismos, unos trabajando y otros viviendo del cuento”.

En efecto, el Ayuntamiento aprobó ayer la subida de las tasas y los impuestos para el ejercicio 2012, con el apoyo de los socialistas. El aumento de la factura a una familia media donostiarra que actualmente ronda los 716 euros anuales, se incrementará 24 euros.

Por ejemplo, el recibo medio del IBI pasará de ser de 315 a 330,  una subida superior al IPC, que ronda el 5%, cuando el poder adquisitivo de los donostiarras ha descendido un 4% en el último año.

Donostia es una de las nueve capitales españolas que han subido el IBI, e impone  un incremento mayor de la presión fiscal en la capital guipuzcoana en relación a Bilbao y Vitoria.

Las familias donostiarras pagarán el año que viene un 3,35% más que este año. Sube la OTA, el agua, el impuesto de vehículos, el autobús y se congelan la tasa de basuras –sólo faltaba-, el saneamiento y el impuesto de plusvalías

Todo esto ocurre sin saber qué va a hacer el Ayuntamiento para reducir el gasto corriente -¡ojo a este culebrón!- y sin informar a dónde va este aumento de los impuestos.

 

5 comentarios en ““No nos representan”

  1. Julia Recarte sobre los encajes de politiquillos

    Toda una lección de política florentina la del consistorio en la sesión plenaria celbrada el pasado jueves.
    Logró rechazar todas las mociones que los partidos políticos elevaron a debate sobre la reciente ocupación del edificio en la calle Gaztelubide 5 por parte de la Gazte Asanblada con el fin de destinarlo a gaztetxe.
    Bildu y el PSE-EE unieron sus votos para rechazar la propuesta presentada por el PNV con el fin de que fuera el propio alcalde, Juan Karlos Izagirre, quien promoviera una comisión de investigación para saber por qué motivo, la autoridad municipal permitió la ocupación del local y su conversión en gaztetxe Uxotegi, el pasado 24 de septiembre.
    También los socialistas presentaron una propuesta, que, en esta ocasión, resultó igualmente derrotada, aunque con los votos de Bildu y el PNV. En ella, el PSE-EE pedía la reprobación del alcalde por su actuación frente a la ocupación del edificio privado.
    El PP, por su parte, también presentó otra moción, que tampoco salió adelante, en la que reclamaba que el Consistorio instase al equipo de gobierno a «velar por el derecho a la propiedad privada de los donostiarras cumpliendo en todo momento con las leyes vigentes».
    En la actualidad, las personas de la Gazte Asanblada, así como otros ciudadanos, mantienen ocupada la casa, aunque sus propietarios han solicitado en los tribunales que la juez ordene el desalojo.
    Verdadero encaje de politiquillos
    (Faltó la moción de Bildu)

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  2. Piedraita

    Que estos días se haya hablado tanto de proyectos municipales y ni siquiera se haya mencionado el tema de la pasarela del Mompás o el del ascensor de Morlans, es significativo de qué clase de consistorio hemos elegido. Estos no son un proyectos partidistas, que no cuestan un duro a las arcas municipales y que van a favor del bienestar de todos los donostiarras y, que además, como tantas otras cosas, nos hemos ganado con nuestro esfuerzo y no nos lo pueden arrebatar. No hay excusa que valga.

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  3. Lantxabe Autor

    «Democracia: derecho de las personas a decidir sobre su propio cuerpo, su vida y su destino». Eso sí, siempre que nos den su permiso los mercados, los políticos, los bancos, las multinacionales, las religiones y sus iglesias, las monarquías, los burócratas, los ejércitos, las farmacéuticas, el G-20, el Banco Central Europeo, el FMI, la OTAN, la Reserva Federal, el Parlamento Europeo, los dueños del gas y del petróleo… ¡Ay, si Orwell levantara la cabeza.

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  4. Rosario Villar

    En 1930, se convocaron elecciones en la República de Weimar. El diabólico Joseph Goebbels, jefe de Propaganda del casi marginal Partido Nazi (NSDAP), inventó una nueva manera de hacer la campaña electoral: copiando los métodos de la publicidad estadounidense, llenó Alemania de carteles y panfletos, copó espacios en las radios y organizó mítines por todo el país, llevando a Hitler y a los demás candidatos en aviones y coches de un lado para otro. Algo nunca visto hasta entonces y que catapultó a su partido al segundo puesto entre las fuerzas parlamentarias.
    Ya lo ven: ochenta y un años después, seguimos teniendo que soportar campañas electorales inspiradas todavía en la diseñada por Goebbels. Una y otra vez: carteles monísimos, caravanas chillonas, sobres con las papeletas en los buzones, mítines en los que se reúnen los fans para aplaudir a los que van a votar, y cualquier forma imaginable de publicidad. Ah, no, se me olvidaba, que ahora los candidatos se han incorporado a las redes sociales y andan diciendo tonterías en Twitter… Gran innovación.
    ¿Es esa la manera más inteligente y austera de dar a conocer unos programas que, por cierto, serán en buena parte incumplidos de llegar al poder? No sé ustedes, pero yo estoy harta de ese circo. Y, sobre todo, harta de pagarlo con mis impuestos: según la ley española, las campañas electorales son directamente financiadas por el Estado. ¿Se han preguntado cuánto nos van a costar a cada uno de nosotros los coches y aviones, comidas y hoteles, alquiler de locales y espacios publicitarios, impresión de carteles y papelería, etc. etc.? ¿No sobra ya tanto desmadre?

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  5. Lincoln

    La histórica frase de Lincoln, con la que empezó la Guerra de Secesión estadounidense (“un país no puede permanecer siendo a la vez libre y a la vez esclavo”) podría reescribirse de forma más prosaica para Europa: una Unión Monetaria no puede subsistir con unos países pagando tipos de interés tres, seis o veinte veces superiores a los de otros. Paradójicamente, el euro está socavando el principio sobre el que se ha asentado exclusivamente la Unión Europea (UE): la competencia. A lo largo de todos estos años, la principal preocupación, por no decir la única, de las autoridades comunitarias ha sido la de impedir cualquier práctica restrictiva de la concurrencia. Comportamiento hasta cierto punto lógico cuando nos movemos en un mercado único que es en definitiva a lo que se reduce la UE.
    El mantenimiento de divergencias tan enormes en las tasas de interés cuando se tiene la misma moneda distorsiona la competencia y el libre juego del mercado. Es preciso resaltar lo de “la misma moneda”, porque es ahí precisamente donde radica el problema. Se comienza a decir que antes de la constitución de la Eurozona la disparidad en las primas de riesgo era similar, con lo que parece exculparse al euro de toda responsabilidad. Sin embargo, distintas tasas de inflación y de tipos de interés son perfectamente asumibles cuando se funciona con divisas diferentes ya que la variación en los tipos de cambio puede compensarlas, pero la situación se hace insostenible cuando esas discrepancias se producen dentro de la misma área monetaria. A medio plazo, los bancos y las empresas de los países castigados no podrán subsistir. El hecho es tan evidente que la Autoridad Bancaria Europea ha propuesto que se conceda a las entidades financieras “euroavales”, es decir, garantías sindicadas por todos los estados de la Eurozona. La propuesta no deja de ser paradójica cuando ese mismo mecanismo se niega a las deudas soberanas y se rechazan los eurobonos. El Banco Central Europeo está faltando a su deber de mantener uniforme el tipo de interés y Alemania está imponiendo a los otros países una competencia desleal, pero en ese afán corre el peligro de matar a la gallina de los huevos de oro.

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