El sur también existe, por Lola Arrieta

(Breve comentario de introducción a las conferencias que sobre Pompeya, Nápoles y la situación político-social del Sur de Italia se están impartiendo en la Casa de Cultura de Aiete)

 Aunque ya en el siglo XVI se había efectuado algún hallazgo esporádico en Pompeya, las excavaciones sistemáticas, promovidas por Carlos III entonces rey de Nápoles, comenzaron en el siglo XVIII. Es en este momento cuando van a salir a la luz las ciudades de Pompeya, Herculano y Estabia que el Vesubio devoró sin piedad en el 79 d.C. Y cuya vida cotidiana quedó detenida por la erupción. Desde ese momento, viajeros de todo el mundo han viajado al sur de Italia, deseosos de contemplar esas ciudades que resucitaban la Antigüedad clásica con una fuerza sin precedentes hasta entonces.

 Hoy, casi tres siglos después, la ciudad que el Vesubio dejó petrificada hace dos mil años se cae a pedazos por falta de recursos para su mantenimiento y es obligación de todos reaccionar contra la desidia de las autoridades que asisten impasibles a la pérdida de la instantánea más valiosa de la Antigüedad que se conserva en el mundo.

 Vesubio sumendiak orain 2000 urte harri bihurtutako hiria pixkanaka desagertzen ari da. Agintarien utzikeriak ekarriko duen galerari aurre egin behar diogu.

 Carlos III supo también gobernar, reformar y modernizar el reino de Nápoles. Por ello,  en la arquitectura y el urbanismo de la zona encontramos abundantes ejemplos de la herencia de este monarca de la Ilustración. Preocupados por dar un tono de grandeza adecuado al poder que ostentan, los Borbones reacondicionan el Palacio Real; a ellos se debe también la construcción de la nueva residencia de la Corona en Capodimonte  y el teatro San Carlo, que rivalizaría con los de las otras capitales musicales italianas. La llegada de Carlos de Borbón en 1734 provocó, en suma, una serie de modificaciones urbanas y regionales, encaminadas a paliar los desequilibrios existentes.

 Karlos III.ak Napoliko erreinua gobernatzen, aldatzen eta berritzen jakin zuen.

 Nápoles, la ciudad que enamoró en su día, entre otros, a Sade y Goethe, Stendhal o Chateaubriand, presenta en la actualidad perfiles distintos y contradictorios que abarcan desde las tradiciones más mediterráneas y los paisajes más azules y ensoñadores hasta el otro Nápoles, el que no sale en las guías turísticas, el más golpeado por los poderes manifiestos y los ocultos. Con un alto índice de paro, con una economía sumergida que llega al 40%, haciendo frente al poder del crimen organizado, Nápoles y en definitiva todo ese sur de Italia sufren la injusticia de ser la otra cara del desarrollo y el bienestar de las zonas más beneficiadas del país, corriendo el riesgo de convertirse incluso  en su vertedero

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