¡Qué gozada!

Durante pasadas primaveras, la banda de música se plantaba en los jardines del palacio -próximos al Topaleku- y llenaba de notas populares el lugar. Eran los  ‘conciertos de primavera’ . El pasado sábado se recuperaba  esta  costumbre -versión roquera con picnic espontáneo-, y escogía la entrada a la casa de cultura de Aiete en la  ladera norte.

Poco a poco la ciudadanía, la gente de Aiete y de la ciudad,  ha convertido este edificio y los  jardines  en algo propio.  No falta quien quiere darle unos usos más particulares y exclusivos, ni quien se lamenta de lo que considera un atentado contra el buen gusto y la conservación del patrimonio, ni tampoco el que se mueve con donaire por el prado verde ¿Las mesas de formica son patrimonio histórico de algo? ¿Preservar significa vedar al vecindario la entrada a un espacio así? La respuesta se dio ayer ¡No!. La gente defiende como propio lo que le es propio.

(¿Para cuando cerrarán la valla de acceso entre la parroquia y los jardines y así preservar la seguridad de todos?¡AUUUUUUUUUUUUUU!)

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